| | Amir Thaleb Life.com | | A mi regreso tuve que empezar terapia, entre otras cosas, ese fue uno de los motivos. Así como vamos para tratar de resolver dolores pasados, también muchas veces tenemos que ir para hacer más elástica la capacidad para recibir las cosas buenas que nos suceden, porque a veces corremos el riesgo de ser nosotros mismos los boicoteadores de las buenas cosas. Los logros, el éxito y el crecimiento hay que saber asimilarlos, y no siempre es fácil, por eso muchos exitosos yerran el camino. Salvando, por supuesto, la gran distancia, pongo el ejemplo de Diego Maradona. Así como en Argentina se lo adora, también existen quienes lo consideran un negro de mierda. Y muchas veces me puse a pensar en su caso: es un tipo que vino desde muy abajo, desde una pobreza y una carencia enormes. ¿Ustedes creen que es fácil pasar a ser un número uno mundial de un día para el otro, de ser pobre a millonario, a ser acosado y a ser tentado por un mundo nuevo que se rinde a sus pies? No pasé por eso pero estoy seguro de que no lo es, hay que tener el cinturón muy bien ajustado para aguantárselo y para hacerse cargo. Es casi imposible hacerse cargo, por eso le pasó todo lo que le pasó. Lejos estoy de su fama y su fortuna, pero si en mi pequeño mundo de la Danza Oriental me costó, ni quiero pensar cuánto le seguirá costando a él. |
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| Maktub, descubriendo el propio destino... | En lo personal, dos de las cosas que más me desequilibraron en la vida han sido dos puntos que considero que son los más fuertes e impactantes. Uno es la pérdida de muchas cosas personales más allá de los logros y las gratificaciones, uno deja muchas cosas de lado, tiempos personales, espacios y bastante intimidad en pos de las obligaciones que aumentan cada día que vas sumergiéndote en este mundo de responsabilidades con toda una maquinaria que crece y crece. Y lo segundo ha sido ver cómo los demás hablan de vos, inventan, conjeturan, acusan, aseveran y te adjudican historias increíbles y destructivas mientras vos te sentís como un pequeño perrito apaleado y asustado en un rincón sin casi poder decir nada, sin poder defenderte, ya sea por la compostura que debés guardar, por dar el ejemplo, por mostrarte fuerte o porque simplemente no vale la pena decir algo. Son cosas que en un principio duelen y mucho, pero por suerte… eso también se cura… Entre una de esa curas está cuando en 1999 me otorgaron dos premios, el “Ugarit”, que es el premio más importante que da la comunidad árabe en mi país, y el “Khalil Gibran”. Ambos curaron muchas de las heridas causadas por los ataques recibidos al principio de mi carrera. Estos pasaban a ser mi segundo y tercer premio, ya que el primero había sido en 1988 cuando la UNESCO me premió por mi trayectoria. | | |
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