| Amir Thaleb Life.com |
muy fuerte que contemplaba el abuso del hombre hacia la mujer,
además de la compra del afecto, del abuso del poder en general y
de la transformación espiritual a través del camino del
dolor por la pérdida. Una obra con la cual pude demostrarle al
público esta otra posibilidad de expresión que posee el
arte oriental y que permite experimentar otros niveles teatrales
más elevados y depurados. He querido sellar con esta obra la
imagen de la bailarina formada teatralmente sin alejarse de los
movimientos de caderas pero que sí está lejos de la vulgar y
común improvisación de una simple Danza del Vientre. Gracias a
Dios, el público así lo valoró y lo ovacionó. Con esta
producción encontré finalmente la forma con la que en verdad
quería transitar con este arte. Por este espectáculo ganamos con
Tamy el premio a la mejor producción artística en la Danza
Oriental y yo, el premio revelación al mejor nuevo artista
del año, “The Best New Star” otorgado por Giza Academy
Awards de Estados Unidos (año 2001).
Después de este gran logro, comenzaron a conocerme más en
Estados Unidos y así logré ser invitado varias veces a bailar en
la cadena latina de televisión llamada
Univisión y realicé varias notas para la
NBC, que han sido experiencias
enriquecedoras tanto en lo personal |
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| Maktub, descubriendo el propio destino... |
como en lo artístico. Trabajar en la televisión
americana es algo increíble, ellos tienen un sentido de
respeto hacia los artistas, sin importar que tengas o no
tengas fama, ellos hacen todo un despliegue en servicio
de un artista que es para sacarse el sombrero. Una vez,
cuando hacíamos telefónica- mente los arreglos de mi
actuación, les pedí la dirección del canal y ellos me
dijeron: –Nooo, enviaremos por usted. –En esa
oportunidad estaba con Sarat y debíamos ir a bailar los
dos. Quedamos para las ocho de la mañana (terrible para
nosotros dos, demasiado temprano). La cuestión es que al
otro día mientras esperábamos en el lobby del hotel,
vimos aparecer una tremenda limusina negra que se
estacionó en la entrada y ¡qué les digo que era para
nosotros dos! Llegamos al canal y en cada camarín nos
esperaba un suntuoso desayuno. Puede ser algo simple,
pero marca considerablemente la diferencia entre la
atención que uno recibe aquí con lo que pude
experimentar trabajando allá. Y son cosas dignas de
destacar. Aunque lo más divertido de todo fue que yo iba
en la limusina como un niño, diciendo: –¡Mirá, Sarat,
esto! ¡Mirá aquello! ¿Qué hacemos en limusina paseando
por Miami? –y cuando me di vuelta la Sarita, como yo le
digo cariñosamente, dormía plácidamente sin importarle
nada. | | |
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