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Amir Thaleb Life.com |
Una vez, me ofrecieron trabajar de modelo publicitario y
me entusiasmó la idea, entonces fui a la agencia de modelos que me había
llamado, hicimos interminables horas de sesión de fotos y me dieron una lista
de los castings en los que debía presentarme. En casi todos salía en segundo
puesto. Tenía dos cosas en contra, una era que no daba con la fisonomía típica
mexicana y la otra, era el acento extranjero. Todos los castings eran para publicidades para
televisión, muy regionales y locales, en donde debía hablar. Por ejemplo,
una de ellas era para la llegada del Papa Juan Pablo II a México y no era
convincente mi perfil para representar a un padre típicamente mexicano.
Me
llamaron varias veces para desfilar pero finalmente Adonis no
me lo permitió.
Pero lo que truncó mi novata carrerita de modelo, fue
lo que me sucedió una vez cuando me citaron en
una agencia: el señor, muy mayor por cierto y más feo que pegarle a la madre,
me encerró con llave y se me tiró encima, escapé del lugar y cuando salí a la
calle, asustado y enojado al mismo tiempo, me dije: ¡Qué diablos tengo que estar
haciendo esto, teniendo mi trabajo y mi profesión! Y nunca mas aparecí. |
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México lindo y querido!!! |
En aquellos años, no había casi nadie que se dedicara a la
Danza Oriental, por eso Adonis acostumbraba a traer las bailarinas de afuera.
Puedo decir tranquilamente que he estado dentro de los primeros que dio
cursos en Tierra Azteca. Esta danza, si bien le gustaba a todo el mundo, no era para
nada popular y no dejaba de ser exótica y extraña al mismo tiempo.
La vedette Santa Priego, acostumbraba a venir a ver el show
a Adonis, y una noche me propuso incorporar Danza Oriental en su escuela
de comedia musical. Creo que ninguno de los dos imaginaba el suceso que el curso
tendría. Comenzamos con veinte alumnos, a los quince días eran cuarenta y terminé el
curso con ciento cincuenta alumnos. Lo lamentamos mucho cuando regresé a Argentina.
Al poco tiempo, me convocó otra vedette famosísima, la vedette con la que tocaba el
violín Olga Brinsky, y tuvimos cien alumnos de una, hasta el hijo
del Embajador de Corea estudiaba con nosotros. |
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